—Ustedes no lo saben, pero soy el futuro de la literatura —se anuncia el hombre al entrar en la editorial.
—¿Y cómo es eso? —le preguntan.
—Ah, no, eso es un secreto profesional que sólo puedo revelar en los libros que ustedes me publicarán.
—¿Nos puede dar un adelanto del contenido de esos libros?
—Claro que no. Hay que mantener el secretismo.
—Todo esto es de lo más irregular.
—Es porque están acostumbrados al presente de la literatura y yo soy el futuro.
—No nos convence eso.
—Bueno, pero piensen ahora que salgo por la puerta y me marcho a otra editorial. Imaginen qué metedura de pata: permitir que el futuro de la literatura acabe en la competencia.
—Pensándolo bien, no hay necesidad de correr el riesgo. ¿Y si es usted la respuesta a nuestras plegarias? Aunque yo lo esperaba más alto, la verdad.
3 comentarios:
Un adelanto del contenido a cambio de un adelanto. Pero un adelanto de los clásicos, de los de toda la vida.
(Recuerdo aquella entrada, tal vez la más cercana a "un caso real" que haya escrito Usted, de una editorial que le pedía dinero al escritor para editarle un libro)...
Me imagino a ese señor con una nariz muy peculiar, con dos orificios tipo USB
No hay mejor embajador de las letras que el silencio... y el deseo de llenarlo con creación y esperanza.
El futuro ha de ser así engreido de si mismo y con la posibilidad de dar todo sin tener que dar las muestras de ello.
Toda fe tiene recompensa, esa editorial compró un sueño, igual en formato digital, pero el futuro es vanidoso ya se encargará de sacarle rendimiento para que siga siendo rentable vivir de las letras...
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