La niña encuentra un pájaro muerto en su cuarto, bajo la ventana que olvidó cerrar. El pobre animal está desgarrado, roto, ensangrentado; es un misterio que haya llegado allí. Es como si hubiera dedicado sus últimas fuerzas a volar hasta la habitación de la niña. Como si hubiera decidido emular a los elefantes que, en la leyenda, buscan un lugar adecuado donde morir. La niña se asoma por la ventana y se pregunta por un momento si vendrán más; sonríe al pensar que sería muy bonito que su dormitorio se convirtiera en un cementerio de pájaros. Pero qué diría su madre, que se opone a que tenga mascotas.
4 comentarios:
Oh, Sr. Noguera, por fin una entrada de pájaros. Son tan bonitos...
(No si están rotos y ensangrentados).
Oiga, lo estropeado también tiene su encanto.
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