martes, 5 de julio de 2011

Gorda

—Tengo que confesarte una cosa.
—¿Me la estás pegando con otro?
—No, peor que eso.
—¿Peor? ¿Me la estás pegando con dos?
—No, no tiene nada que ver con cuernos.
—¿Entonces?
—Pues que estoy gorda.
—¿Pero qué dices? ¿Tú te has visto? No te sobra ni un gramo.
—Te equivocas, estoy gorda.
—En un universo paralelo, tal vez.
—Estoy gorda, pero en secreto. Mi gordura es imperceptible para el ojo humano.
—Ah. ¿Y qué problema hay entonces?
—Pues que yo lo sé. Es muy estresante, siempre estoy temiendo que los demás lo descubran. ¿Y si alguien me estudia atentamente?
—¿Con qué instrumentos de medición? Has dicho que para el ojo humano pasa desapercibido tu exceso de peso.
—Qué sé yo. Quizá podría darse cuenta un topógrafo.
—Seguro que tiene cosas mejores que hacer que medir gordas.
—¡Ves! Estoy gorda, tú mismo lo admites. Tú también lo ves.
—¡Pero si lo dices tú!
—Y además ves mi gordura a ojo de buen cubero; ya ni siquiera hace falta método científico para darse cuenta. Es peor de lo que pensaba.

3 comentarios:

Unknown dijo...

De una conversación de este tipo salió esto. Es muy complicado el tema.

http://esgarracolchas.blogspot.com/2011/01/broma.html

Microalgo dijo...

Coméntele que eso, follando mucho, se quita.

Unknown dijo...

ultimamente me siento que la mujer de tu relato; saludos .