—Creo que mi vecina es prostituta.
—¿Y qué?
—Que no quiero vivir junto a una prostituta.
—Pues yo en principio no tendría ningún problema.
—Ya, ya lo sé que tú no tendrías ningún problema.
—Porque tengo la mente abierta.
—Porque eres un guarro.
—¿Pero qué dices?
—Que sí, que te gustan las putas.
—Oye, perdona, pero estás muy equivocada. A mí las putas no me atraen.
—¿Por qué no?
—Por lo de tener que pagarles. Yo quiero que quien folle conmigo lo haga por gusto, no por dinero.
—Así me gusta, que me pongas los cuernos en condiciones. Con sentimientos.
—No tergiverses.
—Bromeaba. Más o menos.
—Aunque planteas un tema interesante. ¿Te parecería menos grave que te pusiera los cuernos con una puta?
—No sé. Por una parte, me parecería peor si hubiera sentimientos, cosa que con la puta queda descartado. Pero...
—¿Qué?
—Que no me gustaría que te gastaras tanto dinero en otra. Como si fuera importante para ti y tiraras la casa por la ventana por ella. No, no es justo. Los dispendios económicos han de estar justificados por los sentimientos.
—Ya veo: el materialismo es un romanticismo.
—Algo así.
1 comentario:
El materialismo sentimental es una buena opción para las chicas comunistas que dudan cuando les preguntan si son más del materialismo dialéctico o del materialismo histórico.
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