lunes, 9 de mayo de 2011

De lo que no se puede hablar es mejor callar

Amanece en un parque de Francia (en París, que es la única Francia que conoce el público). Un espléndido sol pintado brilla en el decorado. Hay un señor con sombrero de copa en un banco. A pesar del sombrero de copa, no es un millonario, sino un VAGABUNDO. Entra una chica: es CHARLOTTE.
CHARLOTTE: Perdone que le interrumpa la borrachera, pero está sentado en mi banco.
VAGABUNDO: No estoy borracho.
CHARLOTTE: Como quiera. Pero es mi banco.
VAGABUNDO: No, señorita. Los bancos no son de propiedad privada.
CHARLOTTE: Qué poco sabe usted de economía; no me extraña que sea vagabundo.
VAGABUNDO: Ah, no. Yo soy vagabundo por tradición familiar.
CHARLOTTE: ¿Y cómo es eso? ¿Toda su familia es vagabunda?
VAGABUNDO: No exactamente, pero ser vagabundo es una forma de desaire a la sociedad, que es tradición en mi familia. Mi padre era verdugo, que siempre está mal visto. Todo el día matando gente y no por gusto. Porque un asesino lo hace por romanticismo. Un verdugo no es más que un artesano de la muerte, mientras que un asesino es un artista. Por eso el verdugo es un incomprendido.
CHARLOTTE: No creo que sea sólo por eso.
VAGABUNDO: No, pero influye. Es algo que está ahí, en la mente, aunque no se exprese en voz alta.
CHARLOTTE: «De lo que no se puede hablar es mejor callar».
VAGABUNDO: Vaya perogrullada.
CHARLOTTE: Oiga, que es de Wittgenstein.
VAGABUNDO: ¿Así se llama usted?
CHARLOTTE: No, yo me llamo Charlotte.
VAGABUNDO: Como Chaplin.
CHARLOTTE: Casi.
VAGABUNDO: Chaplin también era vagabundo, ¿sabe?
CHARLOTTE: Sólo en las películas.
VAGABUNDO: Es verdad, qué injusticia. A mí también me gustaría ser vagabundo sólo en las películas, pero ya ve: tengo que serlo las veinticuatro horas del día.
CHARLOTTE: A mí también me gustaría que fuera vagabundo sólo en las películas. Así estaría en la pantalla en vez de en mi banco.
VAGABUNDO: Le repito que el banco no es suyo.
CHARLOTTE: Puede que no, pero tiene un inestimable valor sentimental para mí.
VAGABUNDO: ¿Y eso por qué?
CHARLOTTE: En él me enamoré.
VAGABUNDO: ¿De quién?
CHARLOTTE: De un hombre.
VAGABUNDO: ¿Y qué ocurrió?
CHARLOTTE: Pues que se me pasó el enamoramiento al levantarme del banco y marcharme a casa.
VAGABUNDO: Eso que me cuenta es muy raro.
CHARLOTTE: Lo sé, pero es la verdad. Así que a veces vuelvo al banco, a ver si siento amor de nuevo. Pero no.
VAGABUNDO: ¿No?
CHARLOTTE: No. A lo sumo, siento cierta incomodidad, sobre todo cuando llevo mucho tiempo sentada. La verdad es que es un banco bastante duro.
VAGABUNDO: Dígamelo a mí, que tengo que dormir en él.
CHARLOTTE: ¿Y nunca ha sentido usted amor en él?
VAGABUNDO: Alguna vez me he excitado, pero porque paseaba por el parque alguna mujer bonita.
CHARLOTTE: No sea guarro. A ver, déjeme sitio.
VAGABUNDO: Sí, perdone.
CHARLOTTE: Nada, no siento amor.
VAGABUNDO: Yo tengo algo de hambre.
CHARLOTTE: Pues yo también, pero no es lo mismo.
VAGABUNDO: A veces se parece.
CHARLOTTE: Sí. Pero sólo a veces.

8 comentarios:

Microalgo dijo...

Jee, jee... Tractatuseando, la dama.

Gundiati ate dijo...

Esta increíble;divertido, crudo y "raro".

Anónimo dijo...

eres idiota, tú también eres "el público".
sí, ya sé que sólo me quedé con lo más importante de la cosa ésta que escribiste

Gabriel Noguera dijo...

Más bien no se ha quedado con nada, caballero.

Anónimo dijo...

tienes razón. afortunadamente no me he quedado con nada

Anónimo dijo...

pero a que yo tengo razón en lo de que eres idiota...

Gabriel Noguera dijo...

Ya ha quedado claro que no se queda con nada, hombre.

Anónimo dijo...

jajajaja vale, hombre