jueves, 1 de julio de 2010

Las penitencias

—Perdóneme, padre, porque he pecado.
—¿Cuántas veces?
—No lo sé, no llevo la cuenta.
—Muy mal, hijo, hay que llevar una agenda para tales menesteres. Hay que ser concienzudo y meticuloso. Si no, sería como si pecaras de forma caprichosa, sin constancia, a la ligera. Hay que hacer bien las cosas o no hacerlas.
—Prometo enmendarme en el futuro, padre.
—Bien. Rézame un Beckenbauer y siete Zsa Zsa Gabor.

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