sábado, 21 de enero de 2006

Los abismos cotidianos

Muchos episodios de series de televisión son como "cuentos morales" en los que el protagonista aprende una sabia lección de la vida y se hace mejor persona y bla, bla, bla. La vida sería más divertida si fuera como una serie de televisión. Y más sencilla. Pero no es así, pocas veces se me ha presentado la solución a algún problema de la manera en la que sucede en la tele. De hecho, últimamente ni siquiera tengo problemas, mi vida se ha instalado en el aburrimiento (en un piso con todas las comodidades, supongo). Hace mucho que no tengo experiencias televisivas. Necesito conflictos. Experiencias que me hagan crecer como ser humano y todo eso.

Recuerdo ahora una experiencia televisiva que tuvo bastante éxito hace unas cuantas temporadas. Los guionistas habían decidido entonces que mi personaje tuviera novia, básicamente por salir de la monotonía y superar los bajos niveles de audiencia. Sucedió que, después de algunas sesiones de sexo irresponsable, a mi novia se le retrasó la regla. Al final fue un retraso de 15 días. Días que fueron muy divertidos, ya que de pronto las calles parecían estar llenas de embarazadas y mujeres con carritos de bebé. Por no hablar de todas las conversaciones ajenas que escuchaba involuntariamente, repletas de frases como "pues fulanita acaba de tener un niño, con lo joven que es" y derivados...

Por cierto, que si llevo 12 años con el pelo largo es porque mi personaje lo requiere.

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