Ah, la honradez y la pureza de espíritu me han conducido al desastre, la miseria y la castidad, que es lo que más jode de todo. Sería más provechoso ser un especulador y mercadear con las Irenes y Susanas de la vida, pero en vez de eso mendigo breves momentos de atención de las bellas damas que dedican sus noches a otros hombres. O tempora, o mores, y otros latinajos. Hay que seguir la zanahoria y ser mejor persona. Hay que adorar a algún dios hebreo de hace miles de años y reprimido sexualmente. Hay que consumir alimentos frescos y votar conservador. Hay que dormir ocho horas. Hay que dirigir la propia vida con mano firme y navegar entre un mar de calamidades y falsa moneda. Hay que encargar una esposa ucraniana por internet. Hay que comprarse un ipod. Hay que ser feliz o simularlo, a cualquier precio.
Bla, bla, bla.
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