martes, 6 de diciembre de 2005
Realidades de chocolate
Recuerdo que una de las cosas que Alba solía decir cuando empezábamos a rondarnos era que el chocolate es un sustitutivo del sexo (lo cual no deja de ser curioso, ya que creo que es una de las pocas personas del mundo que ha tenido más sexo que chocolate). A mí entonces no me gustaba demasiado el chocolate, quizás porque era virgen, pero ahora estoy comprobando que tenía razón. Los sueños de grandeza quedan bastante lejos cuando estás comiendo chocolate mientras ves una peli mala en una fría noche. Oh, ¿dónde está la vida apasionante con la que soñaba de pequeño? Todos los niños queríamos ser Indiana Jones. Las niñas querían ser Madonna, eran más prácticas. Ningún niño quería ser vendedor de seguros. Ni fracasado conceptual. Entonces creíamos que éramos especiales y no nos veíamos a nosotros mismos trabajando de cajeros en el Carrefour (que entonces se llamaba Pryca) o volviendo a una casa oscura llena de cucarachas (que no luciérnagas). La madurez es ir descartando sueños y aceptar la propia mediocridad. Asentar los pies por fin en la realidad. Pero a mí me gusta más la fantasía, todo es mejor en ella, incluido yo...
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