Estar muerto en vida tiene innumerables ventajas. Por ejemplo, la vida parece un sueño. Te ríes de cosas que igual no tienen mucha gracia, pero no puedes evitarlo, ya que no parecen reales. Te preguntas si el resto de personas son ensoñaciones. ¿Serán demonios que están ahí para torturarte? Careces de preocupaciones, puesto que las preocupaciones son reales y tú no estás muy seguro de serlo. Todos los días son iguales. Así es la muerte. Pero te dices: soy especial. Soy uno de los pocos autómatas de esta sociedad. Yo, robot.
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