jueves, 13 de octubre de 2005

Fantasmas en la noche

Una vez en el autobús me senté detrás de la mujer más guapa del mundo. Ella hablaba con un chico sobre su novio y la certeza de no estar enamorada de él (del novio, no del chico, aunque sospecho que este último estaba enamorado de ella). Como curiosamente otras mujeres preciosas, tenía un poso de tristeza en los ojos de lo más interesante. Se bajó en mi misma parada, pero no se me ocurrió seguirla, puesto que era tarde, hacía frío, y me quise convencer de que ya no era esa persona, aunque sí lo era.

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