Siempre con esta piel a cuestas, piensas como si pudiera ser de otro modo. Sufre y ya no se arreglará, no aparecerá un medicamento milagroso contra la dermatitis que además rejuvenezca. Confiaste en un futuro más amable, creías que la tecnología ofrecería soluciones en vez de más problemas (el tuyo no era tanto la piel como lo que está debajo de ella).
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