Temblaba la otra noche en la cama sin motivo aparente, pues no tenía fiebre ni hacía frío. Mis movimientos espasmódicos despertaron a Sonia, a pesar de que intenté disimular (es difícil controlar temblores involuntarios). Se preocupó terriblemente por mí, lo cual fue enternecedor. «Me moriría si te pasara algo», dijo. Pensé en lo mucho que habían cambiado las cosas desde que era adolescente, cuando Lorena se sentía humillada por mi interés porque nos igualaba a ojos de sus amigas (era una edad difícil, supongo). En cualquier caso, el motivo de los temblores permaneció oculto.
1 comentario:
Si repiten ve al médico sin tardar mucho, que vamos peinando canas (al que le quede pelo) y puede ser algo en el cerebro.
Publicar un comentario