Un millón de lectores, repetía todo el rato y nadie sabía si era un objetivo, un hecho o un deseo. Como si emulara a Catón, que añadía al final de sus discursos que Cartago debía ser destruida, tuviera relación o no con el tema. Como si fuera un mantra que le diera paz mental o quizá creyera que, de tanto expresarlo, se convertiría en realidad al insertar esa idea en las cabezas de los demás. Un millón de lectores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario