—¿Serías capaz de resumir tu vida en un par de frases?
—Supongo que sí, si obviara muchas cosas.
—Digamos que conservaras lo esencial, ¿no sería apenas nada?
—Puede ser, pero estas condiciones draconianas las estás poniendo tú.
—Me da la sensación de que cuando seamos viejos seremos capaces de resumirlo así con facilidad.
—Bueno, piensa entonces que tendremos el don de la concisión.
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