A su derecha pueden contemplar el reloj gastronómico de Praga, con el que los habitantes de esta hermosa ciudad han organizado sus comidas durante siglos. El mismísimo Kafka lo menciona en numerosas ocasiones en sus diarios, siendo una de las pocas constantes de su vida que le proporcionaba placer. «Hoy, kulajda con Grete», escribe una de las veces.
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