He sido afortunado. La vida me ha concedido las condiciones adecuadas para mantener la humildad. Imaginemos, por ejemplo, que las mujeres me hubieran adorado. ¿Cómo evitar ser un engreído, un Casanova cruel y altanero? O que mis libros se vendieran por millones, me tradujeran a cuanto idioma existe en el mundo, recibiera prestigiosos premios y la crítica loara mis obras. ¡Me creería el rey del mambo, sería inaguantable de tan envanecido! No, el dulce y sereno fracaso me mantiene con los pies en el suelo, puro candor y gentileza con todos los seres humanos.
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