Lo que era un nuevo siglo nos pasó por encima como un tren de mercancías. O quizá como un dragón chino girando a toda velocidad sobre sí mismo. La vida iba a ser otra cosa, pontificábamos desde la atalaya resplandeciente de la juventud (no sabíamos que enseguida nos arrojarían de ella). La vida iba a ser lo que nosotros escogiéramos (nadie nos advirtió de que nuestras opciones serían muy limitadas). La vida iba a ser (cualquier día).
No hay comentarios:
Publicar un comentario