Extraño

Resulta extraño estar entre las piernas de una mujer. Porque podría tener una bicicleta entre ellas en vez de tu cuerpo y pasear junto a la costa mientras disfruta de la brisa marina, pero no. Es extraño también efectuar rítmicos movimientos pélvicos y asistir desde una posición envidiable al espectáculo del placer en su rostro (eres cómplice de un momento íntimo o testigo de una interpretación avezada, a saber). Es extraño asimismo porque recuerdas cuando eras adolescente y te sacudías el miembro fantasendo con esta situación.