Una mañana, tras levantarse de la cama e ir al cuarto de baño, Jeremías empezó a temblar. Esto venía muy bien para limpiarse los dientes, pero fatal para no salpicar al orinar. Dejó pasar un par de días, pero el temblor era constante, por lo que acudió a urgencias. Tras examinarlo, el médico le explicó que había una falla en su vida, un movimiento sísmico entre placas tectónicas que colisionaban: la responsabilidad y el no hacer nada; el anhelo y la incompetencia personal.
1 comentario:
Pues tendrá que hacer algo al respecto
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