Voy a primera hora a la farmacia a devolver un medicamento adquirido la noche anterior, pero la farmacéutica me dice que eso es imposible, que lo prohíbe la ley.
—Es porque se ha roto la cadena de custodia farmacéutica —me explica con una seriedad que no encaja mucho con la variedad de productos homeopáticos que hay detrás de ella.
—¿Qué? Pero si está sin abrir, puede comprobarlo usted misma.
—Ya, pero yo no sé, por ejemplo, si ha dejado usted el medicamento al sol.
—Lo compré anoche, así que como no lo haya dejado al sol de medianoche del verano polar...
—Bueno, era sólo un ejemplo. Imagine que el medicamento lo compra un loco, lo mete en el microondas y luego intenta devolverlo.
—Ah, ya veo, nunca es mal momento para un poco de paranoia.
—Lo siento, es lo que dice la ley. Creo que la tengo ahí pegada. Sí, mire, ahí lo dice: no se admiten devoluciones.
Miro en la dirección que indica y veo en la pared una nota escrita a mano que dice, efectivamente, que no se admiten devoluciones. Me marcho sin discutir más, aunque bastante tentado de decirle: el BOE ya no es lo que era, ¿no?
1 comentario:
Es por su seguridad, ciudadano xD
Publicar un comentario