«¿Quiere usted un heladito?», ofrece una amable señorita a un viandante. El hombre se lo piensa. Valora la transgresión. ¿Es una hora propicia para comer un helado? Puede ser. La verdad es que el calor aprieta. Además, la vendedora ha sido convincente: el uso del diminutivo sin duda hace que engorde menos. Si hubiera dicho un «heladazo» sería diferente. Podría reprochárselo. Pero ¿qué es un heladito sin más dentro del orden de las cosas? Todos vamos a morir. Nos estamos cargando el planeta. El universo tiende a la entropía. Qué menos que un pequeño alivio transitorio. Y fresquito.
2 comentarios:
Para eso mejor un gran alivio, refrescante y sostenido en el tiempo, la señorita y el refrigerio.
¿De qué, señora, de qué? XD
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