—Perdone. No le conozco de nada, pero siento la imperiosa necesidad de follar con usted.
—¿Cómo dice, señorita?
—Sexo. Usted y yo. Ahora.
—La verdad, esto me parece muy raro.
—¿Cree usted en Dios?
—Por supuesto, soy un católico de pro.
—¿Y no le parece más raro creer en un Dios invisible que en una mujer lujuriosa ante sus ojos?
—Tiene usted razón, aunque no esperaba que esto acabara en una discusión teológica.
—La vida está repleta de estos giros inesperados y decepcionantes.
3 comentarios:
por lo que intuyo le dieron para adelante ja... la religión está metida en todos lados!!!
Una mujer lujuriosa es religión!!!
Madre mía :O
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