Una noche me encontraba con fiebre en la cama y notaba que se formaban en mi cabeza frases claras y certeras de un relato que quería escribir. Perfecto, mañana redactaré todo esto, pensé, cuando me encuentre mejor. Al día siguiente, liberado ya de la fiebre, me senté frente al ordenador, pero el momento había pasado. La fiebre me obligaba a estar en cama y me imposibilitaba escribir, pero su ausencia entorpecía la inspiración. Comprendí que lo ideal habría sido dictar el relato cuando estaba enfermo.
2 comentarios:
Un estado febril, agudo, de los que impiden hasta escribir dos palabras, genera mucha inspiración; sí.
Borrachuzo, también....
O al menos tomar notas.
Pero.
Tampoco hay que liarse la manta a la cabeza: hay cosas que en el lado onírico nos parecen fascinantes y luego, en la vigilia, nos parecen una caca...
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