Fuertes vientos azotan la superficie del desierto. Un estepicursor pasa frente a una cabaña destartalada. Dentro de ella está el AUTOR, convertido en un héroe crepuscular, que es la forma elegante de decir viejo carcamal. Se sirve un vaso de etanol rebajado con zumo de cactus y rezonga mientras mira por la ventana.
AUTOR: Hasta aquí me ha llevado la literatura, a estos páramos alejados de la civilización, a esta tierra yerma y maldita en la que no crece nada y en la que las ideas no son más que piedras en el camino. O peor aún: en los mocasines.
La puerta se abre y entra un EDITOR.
EDITOR: ¡Buen día, joven autor!
AUTOR: ¿A quién llama joven?
EDITOR: Joven de espíritu, no me malinterprete. He venido a ofrecerle un CONTRATO EDITORIAL.
AUTOR: Eso no hace falta ponerlo en mayúsculas, que no se trata de un personaje teatral.
EDITOR: Pero podría serlo, no minimicemos su importancia. De hecho, podría ser como un hijo para usted y cuidarlo el resto de su vida.
AUTOR: ¿No me van a descatalogar al cabo de tres años?
EDITOR: Le prometería que no, pero mis abogados me lo tienen terminantemente prohibido. En cualquier caso, no iniciemos una aventura juntos siendo tan pesimistas. ¿Acaso las parejas se casan pensando ya en el divorcio? Hay que confiar en lo mejor y después ya veremos.
AUTOR: Ah, sí, el optimismo, algo me suena, pero pensaba que sólo existía ya en los anuncios publicitarios. De acuerdo, pero quiero que la adaptación cinematográfica la dirija Haneke.
EDITOR: Ya veremos. Firme aquí, donde la línea de puntos.
Una tormenta de arena cubre la cabaña a modo de telón.
1 comentario:
Le falta un poco de profundidad a los personajes. Opino yo, vamos.
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