—¿Te cuento un pesar? Siempre envidié a mis compañeros de instituto que tenían éxito con las chicas y probaban en aquella época las mieles del sexo furtivo, adolescente, misterioso y, por qué no decirlo, mágico.
—Pero eso también sirvió para forjarte el carácter, para darte una sensibilidad diferente. ¿Acaso crees que ellos podrían expresarse como tú?
—Bien, siempre podré contar lo que no follé mejor que otros lo mucho que follaron. Hurra por mí.
4 comentarios:
Haber entrenado empuñando aquel objeto que emanaba aquellos oempensamien en forma de tinta con olor a hormonas, quedaria olvidado en muchoa papeles absorbentes..-ya sería menos-, pero haber desarrollado esa habilidad o sensibilidad, bien valió esa misa.
Lo dice uno que andaba por allí
Luego, hay que tener en cuenta también, lo que se ha dejado de follar por no preguntar....
También, también.
Pero yo tuve un profesor de biología en el bachillerato al que una vez le preguntamos la edad y dijo "cuarenta". Y (teníamos confianza con él) nos reímos y dijimos "Joder, qué viejo". Y él dijo "¿Si? Pues cuando lleguéis a mi edad, de esta clase dos se habrán muerto y al menos cuatro se habrán casado de penalti. Y yo ni lo segundo ni, obviamente, lo primero. Así que os llevo esa ventaja". Bombos no pude contarlos, pero cuando cumplí cuarenta, de aquella clase se habían muerto tres.
Y vaya usted a saber si aquello de los cántaros y las fuentes (que amenazaba mi madre con mis novias), etc... a saber cómo habría sido su vida si le cuelgan un churumbel de los brazos con diecinueve años.
Nadie cuenta lo mucho que folla si no es un engreído de la literatura.
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