Por la mañana se levanta un hombre. Esto es buena señal, significa que no ha trasnochado y que tiene todo el día por delante. Pero de pronto nota que no, que está en los minutos de la basura, como dicen en los partidos de fútbol cuando está todo decidido y no queda tiempo para más. No importa ya nada: puede pasearse con aire indolente por la vida o puede realizar un último esfuerzo, pero es irrelevante. El resultado es inamovible. El hombre se rasca el mentón y se pregunta si al menos habrá desempeñado un digno papel.
1 comentario:
Uno siempre puede lucirse. Para eso valen.
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