—Buenos días, vecina. He decidido tener una amante y he pensado en usted.
—¿Cómo dice?
—Mi vida es muy aburrida y me gustaría tener una aventura. Creo que sería más cómodo si mi amante viviera en el mismo edificio, que a nadie le apetece desplazarse largas distancias, sobre todo con este tráfico.
—Me siento halagada, vecino. Más o menos. Pero está usted muy equivocado acerca de la naturaleza de la infidelidad: estas cosas tienen que surgir solas.
—Imposible, yo no creo en la generación espontánea, sino en la planificación. El amor es demasiado importante como para dejarlo en manos de meras improvisaciones.
1 comentario:
Sí, ome. AHORA se me pone a planificar.
No cuela, que ya lo conocemos.
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