Hay en mi calle un estanco desde el que siempre se asoma un pequeño perro para mirar la calle. No soy ningún experto en psicología canina, pero diría que no lo hace para proteger el tabaco de su dueña, sino llevado por la mera curiosidad. Qué mundo tan extraño el que sucede fuera de este establecimiento, parece decir con la mirada. Y nunca se cansa, día tras día repite como si su curiosidad no pudiera ser saciada jamás.
1 comentario:
Es que la calle da mucho de sí.
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