Durante horas, el ruido infernal de las obras que están realizando en el local de abajo. Van a abrir un restaurante, al parecer. Continúa eso que llaman gentrificación. Lo que era una calle de alquileres bajos para escritorzuelos desconocidos y otros maleantes se va llenando de negocios hosteleros para
hipsters. Nos van echando poco a poco, sin que podamos hacer nada, salvo, quizá, pasearnos por la calle en pijama para ahuyentar a la gente de bien.
1 comentario:
También funciona pedirles dinero. Y es muy lucrativo.
Publicar un comentario