La primera vez que vi
La rodilla de Clara, de Éric Rohmer, estaba borracho y pensé: ¿qué hace Cortázar en esta película? No es que el actor se pareciera tanto en realidad, pero la imaginación y la embriaguez ayudaban mucho. Además, ver a Cortázar obsesionado con la rodilla de una jovencita hacía que la película tuviera más gracia. Muchas películas mejorarían si estuvieran protagonizadas por famosos escritores.
1 comentario:
Pero a Cortázar sólo se le vería de barbilla para abajo. Nunca entraría en plano.
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