miércoles, 20 de enero de 2016

Damnatio memoriae

Desde muy joven he practicado el arte de desaparecer. Primero en las fotografías y ahora en la vida. Digamos que el asfalto es el lienzo. Mi cuerpo es la pintura y la caída es el pincel. Durante un momento, paralizar la ciudad. Y que se pregunte la gente: ¿quién es esta chica y por qué yace muerta aquí, a la vista de cualquier transeúnte? La muerte ha de ser un evento privado y sólo una persona indecorosa compartiría su muerte con todo el mundo. Pero yo siempre he tenido problemas con el decoro. Morir para que algunos digan al llegar a casa: hoy he visto una chica muerta en la calle. También eso se convertirá en un recuerdo borroso.

Publicado en el número 34 de Obituario.

2 comentarios:

Luz Leira dijo...

Feliz de haber llegado hasta aquí y agradecida porque me proporciones tanta y tan buena lectura. Saludos, voy a pasar unas cuantas horas contigo.

Microalgo dijo...

Pero unas cuantas...

De todas maneras, siempre he pensado que hay maneras más chulas de morir. Que me parta un rayo está en el top 5.