jueves, 10 de diciembre de 2015

Del disfraz cotidiano

Todavía no he aprendido a estar cómodo con mi rostro. Estoy acostumbrado, sí, son muchos años viendo la misma cara en el espejo, pero no es lo mismo la costumbre que la comodidad. Mi cara es como un pantalón viejo que nunca me ha quedado bien. O al menos a mí no me gusta, vaya. Con la voz me pasa algo parecido.

2 comentarios:

Microalgo dijo...

Yo, como soy calvorota y nunca me peino, me miro muy poco en los espejos. Y me doy cada susto cuando me veo...

Toy folloso dijo...

A mi me disgustan mis ojos verdes. No verdes como el agua de una playa caribeña, sino como el Land Rover de los picoletos....