viernes, 23 de mayo de 2014

El zumo

—No has traído zumo de naranja. ¿No había o te has olvidado?
—Yo tenía sueños, ¿sabes?
—¿Y eso qué tiene que ver?
—Sueños de grandeza. Ambicionaba una vida llena de emociones y aventuras. Una en la que no había sitio para compras aburridas, la verdad. Así que en el supermercado me he negado. Me he negado a buscar el zumo, que no estaba en su lugar habitual. Rondaba por allí un empleado con granos en la cara al que podría haberle preguntado, sí, pero he tomado una decisión ejecutiva y no lo he hecho. En su lugar, he venido a casa sin el zumo para afrontar como un valiente tu furia doméstica.
—No te voy a reñir por no traer el zumo, no tiene tanta importancia. Pero me sorprende que no vieras que allí había una aventura.
—¿Qué?
—El misterio del zumo desaparecido. ¿Y si el empleado estaba en el ajo? Ni siquiera fuiste capaz de interrogarlo sutilmente o tomar la vía expeditiva de sacarle la información a golpes. Quizá habrías descubierto una conspiración internacional que intenta escamotearles el zumo de naranja a las familias de clase media. Pero ahora ya nunca lo sabremos.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Tome un poco de su propia medicina, pinche escritor majara.