viernes, 14 de marzo de 2014

La literatura del cuarto de baño

Yo quería ser escritor, pero la vida moderna, con todas sus distracciones, me apartaba de este noble objetivo. Por suerte, una película de Truffaut me puso en el camino correcto. En ella, el protagonista se encerraba en el cuarto de baño para, totalmente aislado, concentrarse en la escritura de su novela. Eso es lo que tengo que hacer yo, pensé, pero en una familia de siete hermanos no resulta sencillo encontrar un momento de intimidad en el servicio; algo que había aprendido en mi adolescencia, cuando tenía que apresurarme en mis masturbaciones diarias temiendo que en cualquier momento llamaran a la puerta. No, en casa era imposible refugiarse en el cuarto de baño, tendría que ser en otro sitio. Así, decidí usar la extensa red de aseos públicos de la ciudad. Que los urinarios públicos contribuyan a la literatura, me dije.
Sin embargo, tampoco allí era sencilla la labor literaria. Sí, es cierto que uno encontraba relativa intimidad dentro de uno de los habitáculos: sentado en el retrete, con la máquina de escribir en las piernas, el pestillo puesto y un rollo de papel por delante (a lo Kerouac), la vida parecía llena de posibilidades literarias. Todo estaba dispuesto para la gran novela, sólo era cuestión de escribir hasta que sangraran los dedos. Pero no había pensado en el continuo trasiego de personas que me sacaría de mi ensoñación. Gente con problemas de próstata. Gente con problemas estomacales. Cocainómanos. Algún que otro heroinómano al que se le caía la jeringuilla al suelo, la cual, rodando, acababa junto a mis pies, reclamándola en el acto a gritos. Improvisados encuentros sexuales. Limpiadoras que me exigían que saliera para que pudieran adecentar un poco el lugar. En fin, que cada vez que alguno de mis compañeros anónimos de cuarto de baño tiraba de la cadena, comprendía que aquel sonido era una metáfora de mi futuro en las letras españolas.

2 comentarios:

Microalgo dijo...

Esos sitios solo inspiran al grunge. También se podía buscar un sitio más bucólico y pasturil, y escribir una segunda parte de "sonrisas y lágrimas".

Una segunda parte en la que todos mueren. Sí.

Microalgo dijo...

¿Pasturil? Pastoril, quería decir. Pero si quiere escribir en un sitio más aséptico, es decir, lo contrario que un retrete, podría ser "pasteuril".

Nah, olvídelo, estoy mal de la cabeza.