domingo, 23 de febrero de 2014

El poder de la palabra

Padre, mi marido entra en trance cuando escribe. A mí me parece que esto puede considerarse infidelidad o, al menos, posesión demoníaca, pues siempre dice que pasa momentos muy agradables en brazos de las musas.

2 comentarios:

Pommette dijo...

cada día te vuelves un poco más adorable.

Microalgo dijo...

Entrar en trance no es fonéticamente aceptable a no ser que se le quiera dar un tinte poético a la frase. Algo así como "túmbate en mi tumba, erotómana otomana". Y esas cosas.