Eustaquia, mujer de fe, volvía de la iglesia, donde la Misa del Gallo le había recordado de nuevo que era indigna, impura y merecedora del infierno. Era feliz. Pero el camino de vuelta a casa estaba pobremente iluminado, cosas de vivir en un pueblecito remoto. Recordó de pronto aquello que dijo el Señor: yo soy la luz y el camino. Enarboló una estampita de Jesús a modo de linterna, pero el camino seguía tan oscuro como antes. Eso es falta de fe, pecadora, dijo la voz del cura en su cabeza. Y caminó con decisión hasta caer en una zanja, donde su cadáver fue encontrado al día siguiente.
2 comentarios:
Da igual porque subió al Cielo.
Pero en estado de gracia. Y para chasco de un par de ratas.
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