Finalmente el parlamento aprobó la existencia de la vida después de la muerte. Cedían de esta manera al empeño de los empresarios del país en seguir retrasando la edad de jubilación. Con la nueva ley se obligaba al ciudadano a seguir trabajando después de muerto. La jubilación llegaría el día del juicio final, que nadie sabía si existiría realmente o no. O en la reencarnación, alegaron algunos, pero se consideró que el reencarnado no tenía derecho a cobrar la pensión de su anterior vida, puesto que ahora poseía una identidad distinta y tenía que empezar de nuevo.
1 comentario:
... con excepción hecha de algunos cargos importantes ya que, dada su magnífica labor y la responsabilidad de sus quehaceres, merecen pensión extrema con solo siete años cotizados. Firmado, nosotros mismos, putos pardillos.
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