Una madre va con su hijo en el tren. El niño tendrá dos o tres años y lo acuna amorosamente, lo abraza, lo besa. Él podría estar pensando: el mundo es un lugar cálido, no hay nada que temer. Y se me ocurre que es ese cariño, esa seguridad la que nos jode la vida. Porque luego buscamos eso constantemente, sin posibilidad de éxito. ¿Dónde está ese consuelo al que nos acostumbraron de pequeños? Esa ternura. Ese calor.
4 comentarios:
Pues no sé qué decirle. Lo mismo a Atila no lo abrazaron con tres años y desde entonces...
(Ah, no, a Atila sí, que luego iba buscando cariñitos y lo apuñaló una gachí mientras él le hacía arrumacos).
(Sea Torquemada, entonces).
ni idea, hace tiempo que dejé de buscar y no encontrar.
Está claro que una educación como la de los espartanos nos prepararía mejor para la vida. Estoy bastante de acuerdo.
A mí me habrían tirado al río, los espartanos. Eso que salimos ganando. NOS, al menos...
(Y no me diga esas cosas, Dama Pommette, que me da muchísimo sentimiento interno).
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