El tiempo se detiene en los aeropuertos. No sabes qué hora es. Qué día es. Quién eres tú. Recuerdas como un sueño tu vida pasada e imaginas vagamente un futuro fuera del aeropuerto. Allí está la vida, te dices cuando te asomas a una ventana y ves aviones que parten a sus destinos. Te preguntas cómo lo habrán logrado los pasajeros, a quién habrán sobornado, cuándo te tocará a ti. Pero tienes que esperar, quizá para siempre. Y miras y miras tu billete por si en alguna parte estuviera con letra pequeña la inscripción que había en la puerta del infierno de Dante. Abandonad toda esperanza.
1 comentario:
Al final se sale. Peor es Barajas. Y no me haga hablar de la T-1, que es simplemente sádica.
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