Yo quiero suicidarme, dice el artista. Quiero que mi muerte sea una obra de arte de la que todo el mundo hable. Y en realidad es difícil, ¿sabe? Porque la muerte es muy desagradable. Esos olores, esos fluidos, ese cadáver en la habitación. Por suerte, el público sólo sabrá de ella de lejos y así podrá imaginarla como un objeto estético más que inspirará a artistas venideros.
1 comentario:
Lo suyo es un narcotiquito güeno, créame. En caso de inevitabilidad de la cosa, claro. Que seguro que no es inevitable.
¿Se imagina que se muere el escritor y al día siguiente aterrizan los extraterrestres, diciendo "desde el espacio parecéis gilipollas, y hemos venido a comprobarlo de cerca"?
¿Se lo va a perder? ¿No tiene curiosidad, o qué?
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