Estoy rehuyendo un relato. Lo rehúyo porque no me gusta el rumbo que ha tomado por su cuenta. Así que evito volver a él y me entretengo con pequeñas distracciones mientras oigo que me llama: «eh, venga, terminemos este viaje que emprendimos juntos, no me abandones ahora». Sí, lo emprendimos juntos, pero el destino era otro, uno que había decidido yo. Así que no me siento a trabajar con él. Yo no negocio con amotinados.
2 comentarios:
Hay relatos con cuernos y rabo. Diga Usted que sí, que los hay.
Se amotina el relato, y el corazón, y la imaginación, y los recuerdos y los ojos cuando se ven esta película o aquella foto... Pero es que aún queda rebeldía en el mundo, aunque sea íntima.
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