lunes, 26 de diciembre de 2011

El orden cínico de las cosas

Yo entiendo el amor como una confesión, dice el poeta Goran Tevic, pero no como una confesión que haces a la persona amada o al mundo —aunque también—, sino como una fe. Una manera de estar en la vida. Pero esto de la fe funciona así: si son muchos, es una religión; si son pocos, es una secta; si es sólo uno, es un romántico trasnochado. Yo me niego a aceptar el orden cínico de las cosas. Por eso decido ir a otra ciudad a buscar a una chica en un concierto multitudinario. Sólo porque vi una foto suya y me enamoré. Como Dante de Beatriz. La destrucción fue mi Beatriz, que decía Mallarmé. El amor es mi Beatriz, digo yo. Un ideal. Un ideal basado en una realidad difusa que no conozco, pero que cobra sentido a través de ese ideal que he inventado yo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy romántico, sí. Aunque un día te pregunté qué pensabas del amor, y me contestaste que no existía, te pillaría cabreado con el universo en ese momento.. Feliz noche.

Gabriel Noguera dijo...

Hum. ¿Cuándo fue eso?

Anónimo dijo...

Ya hace.. El orujo para desayunar no es nada sano.. Suerte para este año que comienza ;)

Gabriel Noguera dijo...

El misterio del anonimato.

Anónimo dijo...

Tiene su aquel.

Golfo dijo...

Me resulta tan complicado que no me lo creo. El amor es algo sencillo, una confesión sencilla, como la fe... la fe es una chorrada. Una chorrada maravillosa y cruel. Lo demás solo son palabras para soltar dándole vueltas a una copa de balón e intercambiándonos esa sonrisa cómplice de los poetas en una noche de copas.