domingo, 20 de noviembre de 2011

El amor ciego

Ella le envía por correo electrónico archivos de sonidos que ha grabado. Sonidos que él tiene que identificar. Sus pasos en un suelo de madera, por ejemplo. El roce de su falda. El agua de la ducha. Una tos de un transeúnte que pasa bajo su ventana. El canto de unos grillos. Cosas que ella escucha al cabo del día y que él no puede ver, pues está lejos.

3 comentarios:

Microalgo dijo...

¿Y si suspende? Mire que a veces basta confundir el cardamomo con la bergamota para sufrir un revés definitivo...

Anónimo dijo...

Qué pensamiento más bonito.

Ficticia dijo...

Eso es muy bonito, tierno...