jueves, 27 de octubre de 2011
La muerte de un ratón
Quizá no dura ni cinco segundos, pero a mí me parece una eternidad. La muerte del ratón demuestra que no hay un dios. No hay finalidad en esta muerte. No hay nada. Y, por supuesto, no hay un cielo para los ratones. No tienen alma, en esto están de acuerdo los teólogos, existen para tener una breve vida y nada más. Aclaro que no trato de humanizar al ratón. Por supuesto que no tiene pensamientos complejos o sentimientos humanos. No vamos a hablar de la esperanza de un ratón. Pero seguro que le gustaba la vida, la vida ratonil. La satisfacción primaria de respirar. Comer. Dormir. No vamos a hablar tampoco del sueño de un ratón. Pero sí que ha sentido dolor. La agonía. Quizá el pánico terrible. No sé. Y todo esto para nada. Como esta pena absurda que el ratón tampoco entendería.
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3 comentarios:
si en estos momentos me siento como él quizás la entienda. besos querido.
p.d. en chile son las 6.53 y allá?
Uh.
Con esa empatía no va a llegar Usted nunca a ser un sucio político (por ejemplo). Lamento decirle que tiene Usted síntomas de ser muy buena persona. Tch. Eso no le va a venir bien a su malditismo.
Pero no menoscaba su habilidad con las palabras, oiga. Fíjese en Monterroso, que fue un tipo adorable hasta el día de su muerte, y lo bien que escribía. No son características incompatibles.
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