jueves, 25 de agosto de 2011
Hay un hombre hablando por teléfono
Hay un hombre hablando por teléfono, dice la señora Edelmira a Eduardo, que está viendo en la tele el resumen de la jornada liguera y no entiende muy bien de qué le está hablando su madre, que ya está mayor. Qué quieres decir con eso, le pregunta. Y ella insiste: hay un hombre hablando por teléfono. ¿En la calle?, pregunta él. No, en la línea telefónica, contesta ella, lo he escuchado al descolgar para llamar a Virtudes. El hijo de la señora Edelmira responde que vale, que será un duende: el duende de la línea telefónica. Todo el mundo sabe que los duendes son muy cotillas, añade. No es un duende, sino una persona, un señor, afirma su madre. Y de qué hablaba ese señor, pregunta él. De cosas extrañas, cosas de otro mundo. Eduardo se ríe, pero de pronto le entra un poco de miedo. ¿Y si es el diablo, que habla para las ancianas? Así que se levanta del sofá y coge el teléfono. Efectivamente, hay un hombre hablando, sí, hablando de los secretos insondables del mundo, pero de pronto calla. Tras unos segundos, finalmente la voz vuelve a hablar y dice: por favor, que se ponga su madre, usted no está autorizado. Eduardo susurra una torpe disculpa y le devuelve el teléfono a Edelmira.
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2 comentarios:
Quien quiere duendes cuando se tiene a un diablo...
Ande ya. Era Rubalcaba, probando a ver si convence a alguien...
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