Ella guarda silencio al otro lado del teléfono y él se pone nervioso y habla todo el rato, sin conseguir respuesta. Se pregunta si el Juicio Final de los cristianos es algo así: un ominoso silencio que hay que romper hablando y hablando y quedando como un idiota. Qué kafkiano es esto, piensa también: un silencio que parece acusarme de algo y que ignora mi parloteo. Y sigue hablando, pero ella no dice nada y durante un segundo él se aferra a la esperanza de que se haya cortado la llamada, aunque sabe perfectamente que no es así.
2 comentarios:
Ay.
Espero que no sea que no le dejas hablar.
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