lunes, 22 de noviembre de 2010

Un momento perfecto

Ah, pues es verdad que es una laguna, dice ella cuando por fin llegamos. Pues claro, ya te dije que no era un estanque, contesto yo. Y nos sentamos en los escalones de madera para poder admirar el paisaje, aunque yo estoy más pendiente de ella, que esto ya lo tengo muy visto. Ella, que lleva poca ropa porque hace bastante calor (acaba de empezar septiembre), se sienta en mi regazo. Yo la beso y pienso en que podríamos follar ahí, pero no sólo hay patos en la laguna, también hay alrededor de ésta algunas familias que podrían no tomarse bien un espectáculo porno. Y el sol va bajando en el cielo, se va oscureciendo el lugar y se nos va acabando la cerveza. Y ella me habla de ir juntos a Santander o a Perú, que son sus lugares preferidos en el mundo. Y es un momento perfecto, pienso, pero sé que en realidad esto no significa nada, pues los momentos perfectos sólo sirven para guardarlos en el recuerdo, no para el futuro.

3 comentarios:

Microalgo dijo...

¿Santander o Perú?

Un huevo y una castaña. Talmente.

Gabriel Noguera dijo...

Yo no he estado en ninguno de los dos sitios.

Golfo dijo...

El recuerdo sirve para el futuro. Hoy, los recuerdos de ayer, nos están sirviendo.
Por ejemplo, la infancia entera luminosa y cruel... pero a la que se vuelve una y otra vez, con constantes anécdotas del mundo que hoy cuesta, más todavía que entonces, comprender.
Otra cosa es que si es verdad que se aprende mucho más del dolor que del placer.