martes, 16 de noviembre de 2010

Ante el recuerdo

Llamaron a la puerta. Era una señora vestida de negro que se presentó como el recuerdo. Un recuerdo triste, me dije enseguida. Un recuerdo de luto. La dejé pasar, que estaba siendo una tarde muy aburrida. Se sentó en el sofá y sacó un pañuelo con el que empezó a secarse las lágrimas. Me preguntó por mis planes de pasado. Me encogí de hombros. Me preguntó luego si ya no pensaba en ella. Me encogí de hombros. Me preguntó entonces si es que no sabía hacer nada más que encogerme de hombros. Yo, en un alarde de originalidad, me encogí de hombros. Ella respondió a esto lanzándome una mirada fulminante y llamándome nihilista. Ahora tendrías que estar haciendo algo de provecho, dijo, como escribir tus memorias. Yo le contesté que estaba esperando a tener Alzheimer, pues así tendría menos que escribir y sería una tarea más cómoda.

6 comentarios:

Caos dijo...

Es peligroso escribir con alzheimer, que la verdad no esta enmascarada. A ejemplo mi abuelo, toda la vida contando una versión de como falleció su hermano. Y de repente descubrimos que no fué así. De su misma boca, ya que no recordaba su falsa verdad creada. Mi abuela se sorprendió mucho.

Teseo dijo...

Pues yo prefería Parkinson. Siento que así la letra saldría como electrocardiograma y serio poco legible, y aparte de eso olvidaría para hacer mas cómoda la labor como dice usted.

sonia marpez dijo...

y mientras nos encogemos de hombros, creamos o no creamos historia para esas "Memorias de un nihilista"?

Gabriel Noguera dijo...

Ya se encargará la historia de nosotros. De macerarnos y tal.

Anónimo dijo...

Mejor el párkinson... sobre todo a la hora de masturbarse.

Microalgo dijo...

Citemos.

Los recuerdos son hijos del azar, sólo los tramposos tienen ordenada la memoria (Daniel Pennac: Los frutos de la pasión).

(Ésta es reciente, ya le llegará en el sigueinte Fraseo).