lunes, 27 de septiembre de 2010

Poltergeist

—Buenas tardes, ¿ha llamado usted porque tiene un problema con un fantasma revoltoso?
—Así es. Pase, pase. Verá, el fantasma no me deja dormir, se pasa el día entero haciendo ruido. Y cuando le recrimino su actitud, me arroja cosas.
—¿Qué cosas? ¿Ectoplasma?
—No. Libros, platos, alguna lámpara. Objetos comunes.
—Entiendo; tiene usted un poltergeist.
—Ya sabía yo que tenía que ser alemán.
—Los poltergeist son una raza difícil. Con mucho temperamento. Las almas en pena, por el contrario son dóciles y sumisas.
—¡Si lo hubiera sabido antes! Pero es que estaba muy bien de precio.
—Ya. Y son muy monos al principio. Luego se desatan y ya es difícil corregir su comportamiento.
—Pero algo se podrá hacer. Usted es el entrenador de fantasmas, no hay nada que se le resista.
—Bueno. Primero vamos a intentar ponerle la correa.

No hay comentarios: